El Plan Bolonia está siendo implantado en las universidades en ausencia de información suficiente. En la UC, ya son siete las Facultades que viven el ‘acople’ mientras buena parte de los estudiantes sigue rechazando el plan.
Los objetivos planteados por Bolonia, como la eliminación de barreras entre universidades, parecen beneficiosos y hasta coherentes. Entonces, ¿a qué se debe tanto revuelo en torno a este proceso? Pues a que Bolonia no cumple los objetivos que se plantea. Se dice que significa la movilidad tanto de titulados como de estudiantes, pero no es, a lo más, sino un proceso para intentar conseguirla. En realidad, no sirve para facilitar la movilidad de los estudiantes, porque no hay una uniformidad en los planes de estudio y se suprime el examen final, única manera de conseguirla. En la universidad actual ya existe un programa de movilidad similar al que plantea Bolonia, el programa Erasmus, que está funcionando con bastante éxito. La medida, cuanto menos, es innecesaria. Además, Bolonia plantea deficiencias en la organización mediante el ECTS: una unidad de medida oficial que cuantifica horas de estudio, y que varía según los países firmantes.
En el caso español, las carencias del plan se agravan debido a las grandes competencias que poseen los gobiernos autonómicos a la hora de desarrollar sus planes educativos. Por otro lado, según indica el cuerpo de rectores de las universidades estatales, los constantes recortes del gasto público en materia de cultura y educación afectan a la viabilidad del proyecto. Y existe algo más preocupante aún: el plazo para introducir las reformas está fijado en 2010, y el proceso de Bolonia está rodeado de un oscurantismo absoluto, sin información oficial al respecto, salvo los Reales Decretos y la LOU.
La cara oculta de Bolonia apunta hacia una privatización de la enseñanza universitaria mediante la introducción de capital empresarial: programas de posgrado con prácticas no remuneradas en empresas que faciliten ese capital y becas-préstamo para poder afrontar el pago de las tasas de matriculación de esos posgrados. Becas que se harán más necesarias debido al aumento del precio de las matrículas y porque los horarios de clases obligatorias serán difícilmente compatibles con un trabajo remunerado. En general, la Universidad ya no se concibe como una forma de desarrollar y trasferir conocimiento, sino como un mecanismo de producción de trabajadores. Al estar condicionada la financiación a los resultados obtenidos, las carreras menos relacionadas con el mundo empresarial, aunque sí con el de la producción de conocimiento, como las de Humanidades, corren serio riesgo.
Adaptación en Cantabria
En la actualidad, los programas de estudios de varias facultades de la UC están sufriendo los cambios impuestos por las medidas emanadas de Bolonia. Entre ellas destacan tres: la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales y de Telecomunicación, la Facultad de Ciencias y la Facultad de Filosofía y Letras. Entre estas tres Facultades suman nueve carreras adaptadas al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES): Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones, Ingeniería Técnica de Electricidad, Ingeniería Industrial, Ingeniería Química, Ingeniería de Telecomunicaciones, Matemáticas, Física, Geografía e Historia.
Esta implantación ha generado numerosos problemas y constantes críticas debido al uso de planes piloto no estandarizados ni consensuados entre los decanatos y el personal docente, y, en ninguno de los casos, entre decanatos y alumnado. El caso de la Facultad de Filosofía y Letras es uno de los más llamativos. El plan piloto de adaptación al EEES fue establecido en el año académico 2005/2006 únicamente para los estudiantes de segundo curso, en el segundo cuatrimestre, sin ningún tipo de información al respecto y sin estar sentadas las bases definitivas del proceso. A raíz de esta implantación surgieron las primeras asambleas de estudiantes y los primeros movimientos de protesta, ya que casi la totalidad de los alumnos de ese curso tenían la sensación de estar siendo tratados como "auténticos conejillos de indias". La Delegación de Alumnos hizo caso omiso de estas primeras protestas, acusando directamente a los protestantes de estar claramente "mal influenciados y politizados", al igual que el Decanato, que no ofreció ningún acto institucional explicativo del proceso. Resulta curioso que el Delegado de Centro por aquellos años sea actualmente el presidente del Consejo de Estudiantes de la UC.
En el siguiente curso académico, la medida fue implantada para todos los cursos inferiores, y desde aquel entonces todos los que han iniciado o estén iniciando estudios en Historia lo hacen bajo este plan piloto. Los problemas que genera son numerosos. Al no haber consenso entre el profesorado, existen asignaturas que se moldean según los criterios de Bolonia –asignaturas presenciales, con una mayor carga de trabajos y una reducción del valor del examen final– y otras que siguen el modelo de plan aún vigente, el de 1999. Otro problema lo plantea la homologación de los títulos: al no haber información al respecto, aún es un misterio si estos licenciados van a obtener una licenciatura o el título de grado que plantea el Plan Bolonia.
En el caso de recibir el título de grado se les estaría robando un año de vida, así como la cuantía de la matrícula perteneciente a ese año y demás gastos corrientes; pero eso es aún un misterio, como ocurre en general con Bolonia y la Reforma de la Educación Superior. Si, por el contrario, reciben tan solo el título de licenciado, no estaría reflejado en el mismo todo el trabajo desarrollado en el plan piloto.
Un proceso que sentó sus bases en 1998
El Proceso de Bolonia nació en el año 1998 en virtud de un acuerdo firmado por los ministros de Educación de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, en un intento de sentar unas bases para equiparar los títulos universitarios expedidos por las universidades de dichos países. Se pretendía facilitar la movilidad de estudiantes y profesorado, dificultada por las grandes diferencias existentes entre los sistemas educativos. Un año más tarde, otros 24 ministros de Educación de países europeos decidieron sumarse al acuerdo, sentando las bases del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), en la Declaración de Bolonia. En 1999, el estado español se adhiere al EEES con la firma de la declaración boloñesa, sin consenso político ni social.
Las disposiciones generales para la adaptación del EEES quedaron fijadas mediante un Real Decreto publicado cuatro años más tarde. Desde entonces, el Ministerio emprendió la sustitución del todavía vigente sistema de educación superior por un sistema basado en grados y posgrados, con el principal objetivo de armonizar los sistemas nacionales de titulaciones mediante dos ciclos formativos y el establecimiento de un sistema europeo de transferencia de créditos (ECTS de European Credits Transfer System ).
Imaginando Bolonia...
Érase una vez una familia cántabra de ingresos medios que sufragaba la educación de un estudiante universitario. Un día, a la familia del estudiante empezaron a no salirle las cuentas, y al estudiante tampoco, pero, ¡Eureka!, Botín y su banco le brindaron la beca-préstamo. No podía trabajar porque los horarios lectivos no se lo permitían, y esta ’hipoteca’ se fue sumando a la deuda del piso. Para desgracia del estudiante, era además uno de los 300 matriculados en Ciencias Económicas de la UC que, al acabar la carrera, realizaría un trabajo no remunerado como objeto de evaluación, también denominado práctica, para el Banco Santander.
¿No parece un negocio muy rentable? ¿Por qué los defensores de Bolonia desmienten que el plan suponga la entrada del capital privado en la universidad pública? Moraleja: el objetivo del Plan Bolonia no es otro que la financiación pública de una docencia condicionada a la obtención de capital privado.
Fuente: Diagonal Cantabria.
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